Six Feet Under parece haber encontrado en los álbumes de covers una veta que les esta dando muy buenos resultados, sean los que fueren. Es así que este “Graveyard classics 3” es, su nombre lo indica, su tercer disco de versiones en un muy reducido espacio de tiempo y con el cual intentan dar su particular giro a viejos clásicos del metal dando (como siempre) resultados dispares, y la subjetividad del oyente no hace mas que agravar esta disparidad.
En la parte instrumental no hay mucho para comentar, la banda ejecuta los temas casi idénticamente a los originales, y salvo el track #5 cualquier metalero que se precie sabe muy bien como suena cada uno de los temas versionados.
Nos queda entonces en que la performance de Chris Barnes se erige aquí como la gran estrella del álbum, y esto obliga a despojarse de todo prejuicio hacia la gutural, monótona, cavernosa y brutal voz del ex Cannibal Corpse. Detallemos:
Lo curioso pasa por “A dangerous meeting”, donde el contraste es total, ya que el registro de Barnes es absolutamente opuesto a los magistrales falsettos de King Diamond.
En “Metal on metal”, “The frayed ends of sanity”, “At dawn they sleep”, y “Pounding metal” la cosa permanece mas o menos dentro de lo esperado, es decir musicalmente igual, vocalmente gutural, correctas y muy respetuosas versiones
La cosa se pone interesante en “Not fragile”, “On fire”, “Psychotherapy”, y “Snap your fingers, snap your neck”, ya que Barnes echa mano a su “pig squeal”, ese chillido similar al de un cerdo (de ahí su nombre) para dramatizar y versatilizar las canciones, dejando la firme convicción que los mejores resultados de “Graveyard classics 3” están justamente en aquellos temas mas orientados a los tracks no tan inmersos en el metal mas pesado.
Por ultimo, “Destroyer” es el cover mas débil del disco, y me pregunto si no hubiese sido mejor ir a lo seguro de “We’re not gonna take it”, “I wanna rock” o mucho mejor aun, “The beast”.
La formula nos indica que Six Feet Under intenta pasar a través de su tamiz viejos clásicos del metal (y no tan metal), dando como resultando una verdadera brutalización de dichas históricas canciones. Como ya dije en primera instancia, los resultados están sujetos al gusto del oyente. Algunos huirán espantados ante tamaña herejía, otros lo disfrutaran al máximo, y hasta es posible que a algún oyente se le despierte la curiosidad y comience a bucear en los originales.
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